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viernes, 31 de octubre de 2008

Deber y honor


Era mi deber estar allí. Era el entierro de un compañero, un camarada. Fue verdaderamente duro. Las lágrimas pugnaban por salir. La veía a ella. Como la había visto todos los días a través de una foto. Ya no tenía la sonrisa coqueta y los ojos radiantes que mostraban la fotografía. Ahora sus ojos estaban vacuos y su boca mostraba una mueca lastimosa. Su larga cabellera morena estaba recogida en un moño mal hecho. Pero aún completamente vestida de negro conservaba la aureola de belleza y sensualidad que había hechizado a su amigo.
Recordaba el funesto día en que todo cambió:

El sonido de las ametralladoras ensordecía los lamentos de la pobre gente del país. Esa noche me tocaba estar en guardia. Con mi fusil C-41 y unas cuantas oraciones sobreviví otra noche en ese infierno. Añoraba a Juan, mí marido. Ahora estaría arropando a nuestro hijo David. Él preguntaría porque mamá no estaba a su lado. Juan callaría y le daría un beso de buenas noches. ¿Qué podría contestarle al niño pequeño que sueña con ver otra vez a su madre?
Cuando acabe la guardia me dirigí al campamento. Mi compañero de armas contempla la foto de su novia como toda las noches soñando el momento de reencontrarse con ella. Se llamaba Daniel. Era un muchacho guapo, alto y trabajador. Sus ojos eran de un azul tan profundo que te perdías en ellos. Pero en ellos no veías alegría. Estaban muy tristes y marchitos. Extrañaba a su novia.
Hace tiempo me contó como se conocieron. Era una noche estrellada, como las que aparecían en las películas. Daniel había salido con sus amigos para celebrar su incorporación al ejército. Las calles estaban llenas de gente. Y en un segundo todo su mundo cambió. La vio.
De inmediato se presentó ante ella y le dijo que era la cosa más bonita que había visto. La chica con sonrisa pícara le contesto que él tampoco estaba mal. Cuando ella se estaba dando la vuelta para marcharse se giró y le preguntó:
- ¿Cómo te llamas guapo?
- Daniel, ¿y tú?
- Oh! Si te lo dijera no sería divertido.- Riendo se fue.
Daniel la buscó como loco durante meses y no encontraba a la mujer que había robado su corazón. Ya perdido las esperanzas una noche como aquella se sentó en un pequeño banco de madera. Le habían dicho que tenía que partir para Irak. No tenía miedo, lo único que lamentaba es que no pudiera verla otra vez. Ocultó su rostro entre las manos y estuvo así un buen tiempo. Una delicada mano toco su hombro y él alzo la vista. Ella estaba allí, tan guapa como la recordaba. Una diosa en medio de simples mortales.
- Me llamo Rocío.- No había sonrisa pícara, solamente afecto.
Se fundieron en un gran beso de amor.

- Despierta Casanova, dentro de poco será tu turno- Le dije con voz cansada.
- ¡Eh! No des esos sustos mujer. Imagínate si te meto una bala entre ceja y ceja.- Lo dijo en broma pero los dos sabíamos que podía pasar.
- Jaja no me hagas reír.
No hablamos más. No había mucho que contar. Ambos teníamos 23 años. Éramos jóvenes pero habíamos visto mucho. Sabía que Daniel tenía un bonito anillo de compromiso para Rocío.
Cuando el sueño me había atrapado totalmente un fuerte estruendo me despertó. Unos rebeldes habían atacado nuestra base. Y todos teníamos que salir a defenderla. Sentí muchísimo miedo. Pero las ganas de sobrevivir pudieron más. Cuando el ataque terminó. Los daños fueron gravísimos. La base estaba seriamente dañada y habían caído muchos buenos hombres y mujeres. Entre ellos encontré a Daniel. Estaba muy malherido.
Dos semanas después en España. Bajaba del avión que me traía de vuelta otra vez al hogar. Juan llevaba a David en brazos y al verlos dejé la formalidad de mi cargo y corrí a abrazar a mí familia. Estaba de vuelta al hogar.

Todos se habían marchado ya del cementerio. Pero me resistía a dejar a Daniel. Éramos camaradas pero no había podido salvarle.
En mí mano llevaba una rosa blanca. Era bella y tenía espinas afiladas. Me arrodillé ante su sepultura y pose la rosa.
- Siempre te recordaré, amigo.
Después me fui. No podía hacer más.

2 comentarios:

Andrea González dijo...

Ayy niña, qué triste!! :'(
Pero es la realidad. Me ha gustado. original. Ninguna había escrito sobre algo así =)
Un besazo Gill.

Dorii.

Anónimo dijo...

ola soy rocio, m a ncantado s d tu stilo. s m an saltao las lagrimas, joe tambien kiero ser como tu.
bss y sigue scribiendo asi q yo seguire leyendote jajaja